Europa es diversa: en sus culturas, en su realidad de vida, en su religión, en su situación política y económica y también en sus valores. Y también lo es la CVX en Europa: hay comunidades de tamaño enorme como la de Francia, con más de 6.000 miembros, mientras que otras comunidades nacionales están formadas por unos pocos grupos (para ver el mapa interactivo aquí). Algunas tienen muchos miembros jóvenes, estudiantes y adultos jóvenes. En otras, entre los miembros “jóvenes” hay personas de más de cincuenta años. Algunas tienen un equipo de relaciones públicas casi profesional y sus propias publicaciones. En otros, el sitio web está gestionado voluntariamente por un miembro. Varias iniciativas CVX tienen lugar entre países. Entre ellas figuran los “encuentros europeos”, las “vacaciones europeas” y los seminarios paneuropeos por Internet. En estos encuentros, se puede llegar a escuchar más de quince idiomas diferentes. Y aunque a menudo sólo podamos comunicarnos en un inglés o francés muy rudimentario -o incluso con las manos y los pies-, sentimos un lenguaje común más profundo: la búsqueda común de una relación con Jesucristo en la espiritualidad ignaciana. Un lenguaje que va más allá de cualquier barrera lingüística o cultural.
Cada comunidad nacional tiene también puntos fuertes muy particulares en su misión. Por ejemplo, Francia es muy activa en el campo de la ecología, especialmente en el centro espiritual CVX Saint Hugues. La CVX alemana está comprometida con la prevención de abusos, mientras que la CVX austriaca trabaja con inmigrantes y personas marginadas de la sociedad. CVX España ha desarrollado el “Reloj de la familia” tiempos espirituales que permiten a las familias reflexionar y profundizar en la vida en común y en las relaciones familiares. Varias de estas iniciativas se han extendido o unido a las de otras muchas comunidades nacionales en otras partes del mundo.
Así, aunque tengamos la impresión de homogeneidad europea, la CVX en Europa es diversa. Y esta diversidad no es una amenaza, sino más bien un signo de su riqueza, y sobre todo un camino hacia Dios, porque – como lo expresó el Padre Sosa (Superior de la Compañía de Jesús y Asistente Eclesiástico Mundial para la CVX) en la entrevista que concedió a la CVX con ocasión de su visita a Amiens: “La diversidad cultural nos muestra el rostro de Dios, que es un rostro multicultural e intercultural”.
Iniciativa apostólica: El Reloj de la familia (España)
El Reloj de la familia nació porque una pequeña comunidad local de Barcelona se sintió interpelada por la necesidad de poner en práctica el modo en que la espiritualidad ignaciana ayudaba a su vida familiar cotidiana. Tuvo lugar un encuentro nacional de personas interesadas en el tema y se creó un equipo para articular las experiencias compartidas. Su trabajo culminó con la elaboración de un método para familias.
El Reloj de la familia consiste en ocho talleres prácticos para fortalecer a las familias. Se realizan en pequeños grupos (10-15 personas), guiados por “relojeros” y tienen lugar en lugares donde se les solicita. Esta experiencia consolida la línea de Misión Familia en la comunidad nacional, que se implementa en muchas comunidades locales. El Reloj está presente en muchas ciudades de España, América Latina, Reino Unido, Polonia, Portugal, etc.
En esta misma dinámica, partiendo de la realidad de las familias y sobre todo reforzados y convocados por la exhortación Amoris Laetitia, sobre el amor en la familia, hemos desarrollado otras dos herramientas: Cuatro estaciones, una guía para acompañar a las personas que han vivido una ruptura y El reloj de la vida-Espiritualidad para mayores, talleres que abordan las cuestiones que preocupan y dan sentido a las personas al final de su vida. Para más información: https://cvx-e.es/hacemos/familia/
Pour plus d’informations : https://cvx-e.es/hacemos/familia/
¿Cómo contribuye este proyecto a hacer de la CVX una comunidad laical, ignaciana y apostólica?
Todos los métodos fueron creados por laicos de CVX, quienes también son responsables de difundirlos en diferentes lugares. Las distintas comunidades locales CVX centran su misión en transmitir las herramientas allí donde son más necesarias: parroquias, escuelas, entidades civiles …. y esta misión se articula a nivel nacional.
La espiritualidad ignaciana, en particular el itinerario de los Ejercicios Espirituales, está implícitamente presente en el itinerario del Reloj de la Familia: se invita a la pareja a reformular lo que es su familia a partir de la gratitud, la escucha activa, la libertad, el discernimiento como familia, el aprendizaje que ha surgido de sus fracasos, y la secuencia concluye con una celebración que valora su familia. El Reloj de la Vida se centra en cómo vivir la última etapa de nuestra vida desde la gratitud por todo lo bueno que hemos recibido. Las Cuatro Estaciones nos ayuda a reconstruir nuestra vida desde el perdón tras una ruptura.
Estas herramientas han ayudado a familias de todo tipo y a individuos a dar un mayor sentido a su vocación y a sus opciones vitales.
¿Qué llamada, confirmada por el discernimiento, le llevó a desarrollar este proyecto?
El primer paso fue ver cómo podíamos ayudar a las familias a desarrollar su vida cotidiana, a tomar conciencia de su proyecto familiar. Queríamos llevar la espiritualidad ignaciana a la intimidad de los hogares: integrarla plenamente en las cosas sencillas de la vida cotidiana. Ninguna familia podía quedar excluida de este proceso. Se propuso un método flexible y adaptable a las distintas realidades familiares: para todos aquellos que lo necesitaran.
El discernimiento fue sobre cómo implementarlo: las personas que enseñan los métodos forman un equipo que trabaja y se apoya mutuamente, ya sean miembros de CVX o quienes colaboran en nuestra misión. Otro elemento central de nuestro discernimiento fue que sea un aporte a nuestra Iglesia, que vaya más allá de nuestra comunidad y nuestra espiritualidad. Las herramientas que proponemos deben adaptarse a las distintas realidades…
La experiencia nos ha llevado a hacer del discernimiento un proceso permanente, a escuchar como equipo y como comunidad la realidad de las familias, y a asegurar que nuestra espiritualidad y experiencia sean un gesto oportuno de alivio e inclusión. De esta manera, seguimos cuidando y abriendo espacios a todas las familias en toda su diversidad.